Fredy Franco – Opinión

Estamos en Junio Victorioso unidos y comprometidos consolidando la paz y la seguridad del pueblo, defendiendo dignamente la soberanía y la independencia de Nicaragua, avanzando en la lucha contra la pobreza con importantes índices de desarrollo humano equitativo y próspero, preparándonos y cumpliendo con alegría un año más de vida, luz y verdad hacia nuestro 46 aniversario de indetenible proceso de evolución y revolución.

Hoy recordamos dos junios decisivos en nuestra Historia, que fueron antesala y premisa para lograr dos liberaciones: la del somocismo en julio de 1979 y la del golpismo en julio del 2018.

El junio victorioso de 1979, cuando se logra concretar plenamente la ofensiva final contra la dictadura somocista con conciencia, organización y heroísmo del pueblo, la unidad del FSLN y la conducción de una estrategia exitosa en todos sus componentes que culminó con el triunfo de la Revolución en julio de 1979. Por primera vez en su historia, el pueblo alcanzaba e instalaba el poder revolucionario.

El junio victorioso del 2018, cuando se derrotó el intento golpista del imperio y los vendepatrias y se recuperó la paz, bajo el liderazgo del comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, a través de las Brigadas de Paz y de otras acciones que pusieron fin al terrorismo, a los tranques de la muerte, a la destrucción y a los asesinatos; y se celebró con alegría el 39 aniversario de la Revolución Popular Sandinista 19 de julio de ese año.

En estos últimos siete años hemos consolidado la victoria contra el golpismo en todas las trincheras: recuperando y trascendiendo hoy el desarrollo económico-social alcanzado hasta antes de abril del 2018, consolidado la soberanía, la paz y la seguridad de Nicaragua contra la injerencia extranjera y los vendepatrias, y con una dinámica indetenible de mayor desarrollo hacia el futuro.

I- Ofensiva final: insurrección, huelga nacional, antesala del triunfo

De octubre de 1977 a mayo de 1979 se sentaron las bases de la estrategia insurreccional victoriosa del FSLN que se hizo plena en junio de 1979. Se inició con el llamado a la ofensiva insurreccional de octubre 1977 desde el Frente Norte Carlos Fonseca, bajo la conducción del comandante Daniel Ortega, y desde el Frente Sur Benjamín Zeledón, cuyos combatientes realizaron ataques a la Hacienda San Fabián, en Ocotal, y a los cuarteles de San Carlos –en Río San Juan- y de Masaya.

Con estas acciones se demostró que era posible llevar la acción política guerrillera del FSLN a las ciudades. Es decir, desde ese momento y de forma creciente el centro de gravedad de la lucha sandinista pasó de la montaña a la ciudad. Mientras tanto, ciertos sectores de la oposición burguesa comenzaron a maniobrar para sacar a Somoza, pero sin que cambiara el sistema de opresión y explotación en el país.

El FSLN logró profundizar la crisis del somocismo y evitar que hubiera un “somocismo sin Somoza”. Se convirtió en la vanguardia en la lucha por el derrocamiento de la dictadura, organizando y movilizando al pueblo, dirigiendo la insurrección, uniendo a todos los sectores del país y obteniendo el apoyo internacional necesario para lograr el triunfo de la revolución.

El año 1978 fue el de aplicación y acumulación de otros componentes estratégicos. Se produjo la insurrección de Monimbó en febrero, la creación del Movimiento Pueblo Unido (MPU) bajo la conducción del FSLN, la Toma del Palacio Nacional el 22 de agosto, la Insurrección de Septiembre en varias ciudades de Nicaragua, donde creció la decisión de lucha del pueblo.

Durante esta insurrección, hubo una mayor integración de combatientes y la creación de los Comités de Defensa Civil, pese a la creciente brutalidad y carácter sanguinario de Somoza y su Guardia Nacional de bombardear algunas ciudades y usar armas más poderosas contra la población. Se fue haciendo cada vez más indetenible la decisión de vencer, de Muerte al Somocismo.

Una sola estrategia en todos los frentes

Este avance en la práctica creó las condiciones para hacer posible la unidad de las tres tendencias del FSLN, en marzo de 1979, bajo una sola Dirección Nacional Conjunta y una sola estrategia en todos los frentes para lograr el triunfo de la revolución.

El 27 de mayo, el FSLN inició la ofensiva general combatiendo en Managua, Masaya, El Rama, Jinotepe, Diriamba y otras localidades. Se destacó el accionar de más de cien guerrilleros del Frente Nororiental Pablo Úbeda que atacaron exitosamente los comandos de la guardia genocida en Bonanza y Rosita, en el departamento de Zelaya, hoy Caribe Norte.

Tras el llamado a la ofensiva final por el FSLN el 1 de junio, las poblaciones de Chinandega y Chichigalpa se insurreccionaron el 2 y el 3; y un día después (el 4 de junio) inició la huelga general indefinida. En ese mes se avanzó significativamente en el camino hacia el triunfo de la revolución, llegando las acciones insurreccionales a todos los puntos cardinales de Nicaragua y logrando la liberación de la mayoría de las ciudades.

Otro punto estratégico fue el departamento de Rivas, donde la guardia somocista concentró mucho armamento y personal ante la fortaleza militar del Frente Sur Benjamín Zeledón. El 8 de junio se produjeron las tomas de Peñas Blancas y Sapoá; un día después comenzó la tercera y última insurrección en Estelí, y fueron liberados los municipios de Esquipulas y San Rafael del Norte.

De manera intensa y heroica la insurrección de los barrios orientales de Managua se inició el 9 y el 10 de junio. Los pobladores levantaron barricadas y, bajo la dirección del Frente Interno, empezaron las acciones combativas. Al 11 de junio la mitad de la capital estaba tomada por el FSLN. Por eso, la brutal respuesta de la guardia atacando con tanques y tanquetas, y efectuando bombardeos aéreos indiscriminados contra la población civil.

Al mismo tiempo, el Frente Sandinista ponía todo su empeño en denunciar y aislar a la dictadura y lograr apoyo internacional; además de unir bajo su conducción a la mayoría de los sectores sociales y políticos de Nicaragua con el Grupo de los 12, el Movimiento Pueblo Unido y el Frente Patriótico Nacional. De ahí la alianza nacional impulsada por el FSLN con diversos sectores para formar la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, anunciada el 16 de junio.

En los días posteriores continuaron las liberaciones de otras ciudades, entre ellas León, Santo Tomás, San Pedro de Lóvago, Terrabona, Diriamba, Mina El Limón, Camoapa, Acoyapa. No obstante, frente al brutal ataque y bombardeo de la guardia somocista contra la población de los barrios orientales de Managua durante 17 días continuos, el Frente Interno decidió emprender el Repliegue Táctico a Masaya el 27 de junio.

Ya habían sucedidos los repliegues de los barrios occidentales a la Hacienda El Vapor, y el de Ciudad Sandino a San Andrés de La Palanca y a Mateare. En este contexto de insurrección en Managua, la genocida guardia somocista había ejecutado las masacres de Batahola, el Kilocho, El Paraisito y la Colina 110, asesinando a cienes de nicaragüenses entre combatientes sandinistas y población civil.

El Frente Interno del FSLN, encabezado por los comandantes Carlos Núñez, William Ramírez, Walter Ferreti, Marcos Somarriba, entre otros, se encargó de dirigir a más de 6 mil ciudadanos, entre población civil y combatientes, hacia Masaya del 27 al 29 de junio.

En Masaya se reagruparon las fuerzas para completar la liberación de la ciudad y reforzar las acciones en Carazo y Granada, cuyos municipios fueron liberados en las primeras semanas de julio. El 20 de julio de 1979 todos los frentes guerrilleros entraron triunfantes a Managua.

II- Junio del 2018: Ofensiva final victoriosa contra el golpismo

El golpismo vendepatria organizado, dirigido y financiado por el imperio yanqui pretendió revertir 11 años ininterrumpidos de buen gobierno sandinista (2007-2018) que había logrado significativamente y en condiciones de paz restituir derechos para el pueblo, importante reducción de la pobreza, avance económico-social como nunca antes visto en nuestra historia, además de avanzar en la solución de la crisis energética y alimentaria, trabajando unidos gobierno-trabajadores- empresarios por el bien del país y del pueblo nicaragüense.

Desde la visión imperial Nicaragua era “un mal ejemplo” por el exitoso modelo revolucionario de Reconciliación y Unidad Nacional, que mostraba resultados evidentes de comenzar a desarrollar de manera soberana y equitativa al país, donde todos ganábamos o avanzábamos indiscutiblemente.

El Tío Sam nunca ha dejado de meter sus manos en Nicaragua desde mediados del siglo XIX. El pueblo nicaragüense lo ha combatido heroicamente por más de 170 años. Y lo ha derrotado en seis momentos de nuestra Historia: con la Guerra Nacional de 1855 a 1857; con la Guerra de liberación nacional del General Augusto C. Sandino, expulsando a los marines; con la derrota a su peón, la dictadura somocista; con su derrota en la trinchera militar y la Sentencia de la Corte Internacional de Justicia, en la década de los 80; con la derrota a sus títeres neoliberales en 2007; y la derrota al golpismo en 2018.

Desde que asumió el Gobierno Nacional el FSLN en 2007, se estableció una estrategia de ataque y descalificación permanente contra las obras de la revolución y la descalificación de sus dirigentes, principalmente contra el comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, usando todo el poder mediático internacional y nacional financiado por el imperio para mentir, atacar, denigrar y pretender crear indisposición del pueblo contra la revolución.

Claro está que pese a esa guerra política, psicológica y mediática a la que fue sometido el país, se avanzó con el aporte de todos los sectores y con una correcta estrategia de desarrollo nacional y humano. Además, el FSLN creció en apoyo, simpatía y resultados político electorales contundentes.

Por eso el año 2018 fue usado por el imperio yanqui para derrocar al gobierno sandinista ampliando el financiamiento a sus fuerzas mercenarias en el país (medios de comunicación, Ong’s, Iglesia, empresarios, etc.) junto a una intensa guerra psicológica y mediática articulada nacional e internacionalmente.

Desde comienzos de ese año comenzaron a buscar un pretexto que les sirviera para desencadenar su plan golpista terrorista y diabólico. No le dieron resultados los primeros temas seleccionados por su evidente desfachatez, y luego manipularon el tema de la seguridad social e inventaron un muerto que en nada tenía que ver el Gobierno o la Policía.

Pero, al subir los decibeles de la mentira combinada con odio y manipulación, usando miles de cuentas falsas y bots en varios países y en Nicaragua, lograron tener ciertas incidencias manipuladoras las primeras semanas, y junto a ello los grupos vendepatrias y mercenarios intensificaron, como parte del plan, sus acciones confrontativas y terroristas que desencadenaron las acciones destructivas y criminales del 18 y 19 de abril del 2018.

En su guerra mediática manipuladora quisieron construir ejes que les diera cierta credibilidad o legitimidad: de que eran autoconvocados, que eran los azul y blancos, que se estaba dando un levantamiento popular, que los jóvenes participantes eran estudiantes, y muchas otras mentiras que comenzaron a caerse por su propio peso cuando salieron las caras de los principales ejecutores, los conocidos mercenarios refugiados en los Ong’s, medios de comunicación, políticos de derecha, curas y obispos, empresarios. Además, los supuestos estudiantes eran delincuentes contratados para destruir y matar.

Al final, las verdaderas intenciones golpistas comenzaron a desenmascararse cuando el presidente Daniel Ortega llamó al diálogo para ver la cuestión del INSS y otros temas. Sin embargo, no atendieron y siguieron sus acciones destructivas y comenzaron a exigir la renuncia del Presidente.

El diálogo se inició un mes después de que habían hecho barbaridad de tropelías contra el pueblo, muchos muertos y destrucción. Además, se les habían aceptado condiciones como que los obispos fueran los mediadores y testigos, que vinieran a ver la situación del país miembros de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, y se replegara a la Policía Nacional a sus estaciones.

Los golpistas aprovecharon la medida del Presidente que buscaba facilitar el diálogo replegando a la Policía, para instalar los tranques e intensificar la destrucción y la muerte. El punto culminante del esfuerzo del diálogo fue abortado cuando los obispos se reunieron con el Presidente de la República en el mes de junio y le entregaron una carta, exigiéndole la renuncia y la disolución de todos los Poderes del Estado.

En esas condiciones, junto al pedido creciente del pueblo de desmontar los tranques porque eran nidos de muerte, robos, violencia, daño a la vida, el trabajo y la economía, el Presidente activó la ofensiva final contra los golpistas para eliminar los tranques y desalojar a los tranqueros con las Brigadas de la Paz.

En esas brigadas se unieron la Policía Nacional con los Policías Voluntarios de distintas generaciones: jóvenes con combatientes históricos, que en menos de un mes derrotaron a los golpistas, recuperando de nuevo la paz y la tranquilidad del pueblo el 19 de julio del 2018.

En el año 2019, dando otra oportunidad a la paz y la reconciliación, se aprobó y aplicó la Ley de Amnistía para todos los involucrados de abril a julio de del 2018, pero bajo el Principio de la No Repetición. Sin embargo, algunos mercenarios a sueldo del imperio continuaron sus acciones vendepatrias y de atentado a la paz y a la estabilidad del país. Entonces, se les aplicó la Ley y a parte de esos vendepatrias los mandó traer su amo imperial.

III- Enseñanzas históricas y políticas para el presente

Ambos junios son decisivos en nuestra Historia Nacional. En junio de 1979 fue la antesala al triunfo de la revolución. Y en junio del 2018 fue de defensa de la revolución y recuperación de la paz, propinando una derrota estratégica a los golpistas.

En junio de 1979 el FSLN logró insurreccionar a todo el pueblo e ir actuando con mucha audacia política, militar y diplomática para derrotar el doble juego de imperio, que mantenía la ayuda militar a la dictadura somocista y buscaba, por otro lado, apoyar la salida de un somocismo sin Somoza, pretendiendo evitar o mediatizar el triunfo revolucionario dirigido por el FSLN.

En toda esta coyuntura política, el FSLN mantuvo la iniciativa táctica y estratégica. Fortaleció la organización del pueblo y su capacidad militar, logró sumar a la mayoría de los sectores nacionales bajo su conducción y en el escenario internacional, con su beligerante y oportuna actuación, derrotó las maniobras de los yanquis y de la dictadura Somocista.

Junto a la capacidad política y militar, hubo mucha fe en la victoria, el pueblo confío plenamente en el FSLN y el FSLN en la inmensa capacidad del pueblo de resistir y de lograr las mayores hazañas victoriosas, la mayor de ellas: el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

En junio del 2018 se produce el intento golpista dirigido a derrocar al gobierno sandinista a través de una contrarrevolución política, terrorista y mediática. Con la confianza en la fortaleza del poder revolucionario y la unidad sandinista, se supo enfrentar con serenidad y paciencia todo ese plan.

Como dijo Daniel: “esperamos que sacaran todas las armas” para luego contragolpear. Pese a la virulencia terrorista y mediática, siempre desde el liderazgo del presidente Daniel Ortega se buscó el diálogo para encontrar las soluciones necesarias para la paz y el desarrollo del país.

La visión y capacidad estratégica del FSLN y de su liderazgo lograron derrotar -junto al pueblo unido, organizado y movilizado, en ambas experiencias históricas y políticas- al enemigo principal y a sus instrumentos, lográndose la victoria limpia, justa y contundente a favor del pueblo y la revolución en 1979 y en 2018.

Y como nos enseñó el Che Guevara: “no podemos confiarnos del imperialismo ni tantico así, nada”. Y como nos enseñó Sandino de ir siempre más allá para continuar luchando por la soberanía nacional y los derechos del pueblo.

(*) Cientista Social e Historiador. Profesor Titular UNAN Managua.